UNA HISTORIA DEL PASADO PARA NUESTRO PRESENTE

Un artículo que nos servirá para reflexionar sobre la importancia de los valores en una organización, el ejercicio del liderazgo y la generación de cultura organizacional.

ARTÍCULO

Wilman Roa

11/30/20227 min read

Tomó los puntos más importantes de su experiencia personal, y los convirtió en los sobrenombres de sus nuevos colaboradores, al primero lo apodó Dedicación, al segundo Calidad, al tercero Honestidad, al cuarto Responsabilidad y al quinto Excelencia. Con unas buenas monedas invertidas en su personal, la estrategia de crecimiento, generando empleo y apoyando el desarrollo de su región estaba garantizada. En poco tiempo y con cinco personas bajo su liderazgo, el viejo mercader y sus productos gozaban de gran fama en todo el viejo mundo. Preferían negociar en su tienda antes que en cualquier otra porque sus precios eran los más competitivos del mercado y la calidad de sus productos ¡impecable! Pero si había algo que hacía que sus clientes regresaran una y otra vez, era el nivel de atención y buen servicio que el viejo mercader y sus cinco colaboradores garantizaban a cuanta persona los visitara. Por esos tiempos, grandes conquistas se daban paso, esta pequeña empresa decidió tomar el modelo expansionista de los conquistadores de la época y establecer así sus primeras sucursales en otras comarcas. Una idea fantástica que, para este viejo mercader, lanzaría el éxito de su negocio “hasta las nubes”. Decidió crear así cinco nuevas sedes, una para cada trabajador. Les dio la posibilidad de “gerenciar” con autonomía e impulsar el crecimiento de los nuevos negocios con el compromiso enorme de replicar su gestión bajo los siguientes preceptos:

1) Rentabiliza el negocio,
2) Sirve y bien a todos tus clientes,
3) Asegura siempre el mejor precio,
4) Recluta a un trabajador y, por último,
5) Honra tu sobrenombre y dale un sobrenombre relacionado con tu mejor cualidad a cada colaborador como he hecho contigo y asegúrate que tu trabajador con el tiempo sea mejor que tú o posea más valores que los tuyos.

Mientras la primera transnacional de comercio seguía su expansión, el viejo mercader llamó a sus gerentes para la primera reunión de rendición de cuentas. Sentados alrededor del viejo mercader con enormes bolsas de monedas y algunos obsequios; cada uno de los presentes dio inicio a sus informes. Todos y cada uno de sus gerentes hacían gala de los buenos resultados haciendo énfasis en la satisfacción punto a punto de lo encomendado.

Los resultados eran magníficos, las arcas de esta gran empresa rebosaban de utilidades, así que, con la venia y mirada atenta del viejo mercader se dio paso al festín y al desborde de alegría. Entrada la noche, el viejo mercader requirió de un momento de silencio para dar paso a un gran anuncio: “Han realizado ustedes un trabajo magnífico y ha llegado el momento de premiarlos, compartiré con ustedes mis ganancias”. Un aplauso ensordecedor retumbó en el recinto, la algarabía y los rostros satisfechos adornaban el ambiente gracias a la buena fortuna y la bondad infinita del viejo. “¡Pero esto no es todo!” - Exclamó el viejo mercader pidiendo silencio -. “En seis meses, tendremos nuevamente nuestra reunión así que estaré muy complacido de ver una vez más sus maravillosos resultados”.

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Esta historia cuenta, que al principio de los “nuevos tiempos” de la moneda; por allá en los siglos VI o VII antes de nuestra era y en algún poblado de Asia Menor (hoy Turquía), un viejo mercader se maravilló con el potencial que poseía el dejar atrás el intercambio tradicional para dar paso al manejo de monedas de oro y plata. Productos como su seda china, o sus especias de la india le permitirían utilidades cuantiosas con la reventa. Era tal el éxito de este nuevo fenómeno comercial, que en muy poco tiempo y favorecido por la motivación, por su dedicación y concentración en el objetivo de hacer crecer su negocio, el volumen de transacciones y utilidades se incrementaron hasta alcanzar el límite humano de la capacidad. Reconoció así, que requeriría de trabajadores que ayudaran con su dinámica de negocios y procedió a contratarlos.

Concluido el festín, Dedicación, Calidad, Honestidad, Responsabilidad y Excelencia, retornaron con dicha a sus lugares de trabajo.

Los cinco gerentes, muy pensativos sobre lo acontecido, diseñaron sus nuevas estrategias para implementar al interior de los negocios, cambios sutiles pero efectivos que con seguridad, arrojarían los mejores resultados en los seis meses que restaban para el gran evento. Pasado el tiempo y días antes del gran encuentro, el viejo mercader envió mensajeros a las comarcas, cada mensajero portaba un muy bello papiro que contenía el siguiente mensaje: “Saludos, como es bien sabido, estamos próximos a la fecha de nuestro encuentro, para esta ocasión su presencia no será requerida, más sí la de su gran colaborador”.

Confundidos, los cinco gerentes no tuvieron más remedio que enviar a sus colaboradores con los obsequios para el viejo mercader y por supuesto, con las utilidades y resultados que sus negocios arrojaron durante este tiempo. Llegó finalmente el tan esperado encuentro, ingresó el viejo mercader al recinto y de inmediato los colaboradores se dieron paso a entregarle los regalos y los montones de bolsas que contenían una gran fortuna en oro y plata. El viejo dio las gracias a cada uno y les preguntó: “¿Cómo se llaman?”, cada uno de los presentes respondió con su propio nombre, Mustafá, Hasim, Eymen, Emir y Ayaz. El viejo una vez más se dirigió a ellos consultándoles: “¿Qué han aprendido de sus mentores?” Un silencio absoluto imperaba en la sala. El viejo de nuevo preguntó “¿Qué valores los representan?” Y nuevamente el silencio reinó. El viejo mercader, muy desmotivado, dio una vez más las gracias a los obsequios y procedió a finalizar la reunión no sin antes asignarles a ellos un sobrenombre, los llamó “reflejo”. Mientras ordenaba el regreso de los colaboradores a sus respectivas comarcas le envió un mensaje a cada uno de sus cinco gerentes.

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El mensaje del viejo decía: “Mis amigos, los resultados económicos han satisfecho una vez más y con creces el primer mandato, espero este gran resultado no estuviese motivado por aguardar mejor recompensa que en el encuentro anterior. Los resultados de la primera encomienda muestran que los preceptos dos y tres están satisfechos, vi que cada uno de ustedes envió a su recluta, así que el cuarto mandato lo damos por satisfecho. Con respecto al quinto mandato, sí, el de honrar tu sobrenombre, no es objetivo cumplido. Puede que en nuestra organización tengamos Dedicación, Calidad, Honestidad, Responsabilidad y Excelencia, pero si estos valores que son la representación misma de nuestra historia, de nuestra filosofía, no los ponemos también al servicio de nuestro personal, cultivando y promoviendo otros nuevos en ellos, jamás tendremos colaboradores que representen estos valores o que los enseñen a otros creando y forjando así nuestra cultura e identidad. Creceremos sí, pero sin “esencia”. Será un crecimiento vacío, ya que en tiempos de necesidad nuestra gente no se rasgará sus vestiduras en defensa de esta empresa, jamás se esforzará más de lo debido porque lo único que cada uno tuvo como experiencia fue un trabajo que le permitió “ganarse el pan” y eso se puede lograr en cualquier parte. Si deseamos personas realmente comprometidas, que nos aprecien como organización, debemos enseñarles con el ejemplo y con buenas lecciones que “ser” es tan importante como “producir”, que “servir” es tan importante como “ganar” o que “reconocer” es tan importante como “crecer”. Recuerden que los guerreros defienden su honor, el de su patria o el de su familia porque allí aprendieron valores, si queremos grandes guerreros en esta empresa ya sabemos qué es lo que deben aprender sus reflejos.”

Dedicación leyó el mensaje del viejo, y procedió a honrar el quinto mandato dando un sobrenombre a su trabajador, le llamó “Proactividad” para asegurarse que todo gran esfuerzo que emprendamos se potencie con lo mejor de nuestro espíritu creativo e innovador, sin temor a experimentar lo nuevo, repensando lo cotidiano y por supuesto, respetando la experiencia que adquirimos en el pasado y que nos ha hecho grandes en el presente. Calidad leyó el mensaje, y se dispuso al cumplimiento del quinto mandato, le dio a su colaborador el sobrenombre de “Pasión” para asegurarse que en cada instante en que sus clientes interactúen con el personal o con los productos, se sientan especiales, únicos, y la pasión y entrega que vean en nuestra organización les genere confianza y satisfacción plena, que se sientan aceptados, reconocidos y valorados por lo increíbles que son como personas.

Honestidad hizo lo propio, le dio a su colaborador el sobrenombre de “Empatía” para asegurarse que la pureza de nuestros actos y mensajes, sean siempre positivos y estén pensados especialmente para cada persona. Que comprendamos a los demás y entendamos realmente qué necesitan; porque no todos quieren solamente nuestros productos, quieren a un amigo que los inspire, a un amigo que los motive o a alguien que con franqueza le ayude a ser mejor persona. Responsabilidad, a su tiempo, le dio a su colaborador el sobrenombre de “Fidelidad” para asegurarse que cada compromiso lo asumamos con lo mejor de nuestra autonomía y capacidades, teniendo presente todo el tiempo la importancia de nuestro negocio y clientes. Siendo fieles a nuestros principios, a nuestra herencia, esencia y a nuestra vocación, sabremos cuál es el mejor lugar para nosotros y por qué razones animarnos a avanzar. Excelencia, por su parte, para honrar el mandato, le otorgó a su colaborador el sobrenombre de “Felicidad” para asegurarse que todo lo que hagamos nos genere la mayor alegría, nos dé bienestar y que, de paso, podamos fomentar en quienes nos rodeen, un espíritu siempre resiliente, combativo e inconforme. Que nos integre como equipo y nos aliente a apoyar a otros, que nos exija el ser justos y que nos permita encontrar siempre el camino de las soluciones.

Una vez realizada la labor de cumplimiento, Dedicación, Calidad, Honestidad, Responsabilidad y Excelencia, enviaron a sus aprendices de regreso con el viejo mercader, ante su presencia, el viejo conmovido les preguntó por sus nombres nuevamente, al escuchar cada uno de sus nuevos sobrenombres, el viejo, complacido, agradeció muy espacialmente a los presentes por su transformación. Entregó una nueva carta a cada uno, pidiendo que nadie jamás la oculte, que siempre esté a la vista de todos en un lugar muy especial de nuestros comercios. Regresaron a sus respectivas comarcas, abrieron la carta, la ubicaron en aquel lugar especial y procedieron a leerla. No había más que una frase en ella, la frase decía:

“Somos lo que hacemos, creemos en lo que podemos hacer y no nos da miedo hacerlo, nos transformamos para servir mejor, aprendemos de todo y de todos, trabajamos por vocación y nuestros valores jamás estarán en un papel sino en nosotros”.

Que tengas un gran día de reflexiones,


Wilman Roa
Psicólogo - Escritor - PNL Life Coach - Conferencista Internacional

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